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La sangre no es solo la carne ?el cuerpo en su unidad autosintiente?, sino que representa la unidad histórico-material en la que se constituye la vida humana. La sangre es el símbolo del cuerpo espiritual, de la materia vital que, entre lo animado y lo inanimado, se pone históricamente en el centro de la constitución no sólo del cuerpo propio sino, desde el cuerpo vivido, del mundo social propiamente humano.Así la sangre es alimento, fertilidad, parentesco y ley. Legitima la propiedad y motiva la territorialidad, fundada en valores de fe, fidelidad y origen. Unifica lo social y lo disgrega. En la sangre comienza la vida y comienza la muerte. Ella motiva la comunidad y desata la venganza. La sangre representa el despliegue vital no solo orgánico, sino también de lo orgánico-interpersonal del sujeto. Por ello es materia y condición que atraviesa la identidad y la historicidad del yo. La propia sangre es la propia historia, un símbolo material de la conciencia en la que se forja...