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En los últimos treinta años, gracias a la labor del Tribunal Europeode Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanosse han ido gestando unos estándares mínimos de derechos y libertades,con los que se ha tratado de garantizar la protección integral deindividuo con independencia de su orientación sexual: tanto en suesfera íntima (privada y familiar), como en la esfera púbica, en elámbito político y social, donde, en definitiva, se construye suidentidad. Todo ello, sin embargo, no ha sido un proceso pacífico nifácil. Las conquistas de derechos, así como su protección, se handesarrollado en un escenario caracterizado por una ciertaconfrontación entre los Estados -cada vez más celosos de su soberanía- y los tribunales internacionales, garantes de la ortodoxainterpretación de los derechos y libertades contenidos en losconvenios. Esta circunstancia nos lleva a preguntarnos: ¿quémecanismos han empleado los jueces supranacionales en la práctica para limitar el poder de las autoridades estatales? Y ¿hasta qué puntoestán legitimados para ello? Para poder responder a estas cuestiones,nos proponemos analizar los hitos o leading cases que han constituidopiezas clave en el reconocimiento del estatuto jurídico del ciudadanohomosexual y de las familias homoparentales, en ambos continentes.